lunes, 24 de noviembre de 2008

Revoleras de ilusión.

Con un golpe seco unió los tacones de sus zapatos verdes, y todas las eses de sus curvas comenzaron a rotar sobre sí misma, al tiempo que levantaba los brazos al viento, con los abanicos de dedos extendidos señalando al cielo.

Dejé de verle la cara, se había perdido entre las sedosas capas blancas de su falda, que flotaban rizadas con formas imposibles alrededor de su cuerpo.

Giraba con fuerza, sin parar un instante, con apasionado empeño hasta conseguir que se elevaran los flecos de su mantón, y brotaran de las puntas infinitas ansias de futuro: susurros, caricias, abrazos, besos… el ritual de los deseos había comenzado.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Coser y Contar.

Hace tiempo que no hago una entrada sobre música, y ya era hora de poner remedio.
He estado demasiado ocupada echando hilvanes y pespuntes en historias mías, y con los bordados musicales sólo me he dedicado a hacer la cafre en privado. De forma casi instintiva e inevitable, modificaba sus letras hasta el destrozo más insensible. Con ejemplos como:

“Si tú me dices ven, lo dejo todo”. Le dijo la mano al guante.
“Gracias a la vida, que me ha dado tanto” Pero no me deja llevárlo a la próxima.
“Devuélveme el rosario de mi madre…”… y todo lo demás también. Te vayas a creer que soy tan tonto como el de la canción.

Hoy me quiero reconciliar con la amada música, y para ello he elegido un amor de músico. Él fue uno de tantos artistas que no fue profeta en su tierra, aunque la música caribeña no haya dado otro como él.
Pero no lo he elegido por esto sólo, sino más bien porque cuando lo escucho es como si lo viera también coser en el aire. Sus dedos al piano son agujas que se van clavando a cada golpe de tecla, y sus precisas palabras te van cosiendo, una tras otra, puntada a puntada; atrapándote hasta el final.
Es como si asistieras al nacimiento de una canción, creación en su estado más puro.

Bola de Nieve, "No puedo ser feliz".



Quiero dedicar la entrada y sobre todo esta canción a Juan Duque, con el mayor de los afectos.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Pudores Textiles.


El pudor de las telas es un sólido que siempre se ha diluido en el conocimiento personal, en alcohol o en dinero.
En este siglo añadiríamos también que tanto el de las telas, como el de las entretelas, se diluyen en La Red.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Solución oxigenada. (Reedición)


Todos los sábados noche, las cinco hermanas acudían juntas al “Pink Boleros Club”. Dos de ellas se mostraban más tímidas, procurando en todo momento esconderse detrás, pero las otras tres permanecían muy dignas en una esquina del local.

Como de costumbre a su llegada, se formaba una larga cola de pretendientes, todos arremolinados, con la esperanza de conseguir un baile. Pero ellas jamás bailaban, se limitaban a repartir con exquisita educación rechazos a diestro y siniestro.

En realidad era una competición entre ellos “¿quién conseguiría el primer baile?”, porque estaban muy intrigados ante la inflexible actitud de las hermanas.

Ninguno podía imaginar una explicación tan sencilla al enigma:
"A ellas no les gustaban los hombres rubios".



Reedición.


Tal vez debería empezar por reeditar también el titulo de esta entrada, ponerle algo así como: “Del blanco al negro”. Porque sucede que nos solemos olvidar que existe una inmensidad de grises por medio.

Lo que parece un cuentecillo a partir de la foto de una flor, resulta que puede tener muchos más cuentos por medio, como los grises.
No sé por qué gris ando últimamente, pero muy opaca seguro; lo reconozco, así que mea culpa.

Y me pregunto:

- ¿Por qué nos empecinamos en algo, que ni siquiera conocemos y luego nos puede decepcionar profundamente, sólo por dar codazos en una masa cegada?
- ¿Por qué nos solemos quedar en la carcasa, discriminando bajo estereotipos tontos preestablecidos?

Este medio se presta a todo eso. Nos faltan siempre muchos datos, pero entre la imaginación que va rellenando los huecos al antojo propio, y entre los cánones que creemos firmes cuando en realidad se quedan en la superficie… a lo peor nos estamos perdiendo marcarnos un buen bolero, con un apuesto rubio, en el “Pink Boleros Club”.


jueves, 6 de noviembre de 2008

Carta a mi memoria.

Hola cachito mío, ¿cómo está mi niña gordita? Seguro que ahí a lo tuyo, archiva que te archiva, catalogando y etiquetando datos y más datos sin parar.

¡Ay memoria caprichosa! Pero ¿Cuántos rincones, dobleces, bolsillos y cajones tienes tú si se puede saber? Me paso la vida haciendo limpieza de tanta cosa inútil como guardas y acumulas. Si te tengo que reñir: ¡Diógenes! que eres una Diógenes de los que dan ganas de llamar a los bomberos porque ya hueles mal.

Siempre he dicho que, para mi desgracia, tengo mucho de ti; demasiada buena memoria de la que presumir a veces, y de la que lamentarse muchas más. Sabes que en más de una ocasión he tenido que acudir a tu enemigo el olvido, como buen bálsamo que es de las cosas que duelen. Y es que hay que tenerte a raya, para que seas un poco menos caprichosa y te conviertas en algo más selectiva.

No, mira, si tener memoria está muy bien: para recordar materias que nos cultivan, momentos agradables vividos, flashes de la infancia, el final de aquella película, ese libro que devoramos, aquella poesía con la que vibramos, los paseos por la playa, la mirada sincera de quién tú ya sabes, los susurros al oído, las palabras de amor eterno…
Todo lo que he dado en llamar “Los tesoros de la memoria”, aquellos que nada ni nadie te puede robar, porque son sólo tuyos para siempre.

Y ahora ¿dónde os escondéis agazapados? ¡canallas rateros! que os empeñáis en llevaros tanto bueno de mi memoria, dejando en prenda banalidades de la especie más dañina.
¡Me niego, memoria! ¡Niet! Te lavaré una y mil veces que hagan falta, hasta que brillen en ti reflejos de esos tesoros que tuve y tendré.

Me despido con un cariñoso beso y un ramillete de “No me olvides”.