sábado, 17 de octubre de 2009

lA lAdronA.


Es la más temida, así que nadie la llamó, aunque eso no le importó para dejarse caer como ella sabe hacerlo: sin nombre ni apellidos.

Con el local lleno de gente tenía dónde elegir, y la muy caprichosa se fijó en el más joven y sano para saquearlo por dentro.

Taparse la boca no servía de nada, porque ella bramaba por todas las ventanas. Pero no la dejábamos ganar, por mucho que lo retorcía con su fuego, en el intento de llevárselo con ella.

No es tonta, y al ver que no podía, se fue con su rabo de diabla entre las patas; dejando en la mesita de noche del hospital su tarjeta de visita: