lunes, 27 de octubre de 2008

Balance de cuentas.


Hace un año que nació este blog, aunque no haya publicado el año entero. Escribir siempre se escribe, pero “subir” lo que se dice “subir”, a esos doce meses habría que restar al menos cuatro:


- El mes de diciembre 2007, cuando un cúmulo de desdichas encadenadas hicieron que me alejara de estos mundos.

- El mes que suman Semana Santa, Feria de Abril, más los días previos de preparativos. Si vives en Sevilla y la vives, eso es así.

- Y los dos meses de verano ausente en un lugar sin conexión.


Esos cuatro meses suman 124 días, que restados a los 365 del año, nos quedan tan sólo 241. Por tanto si he publicado más de 100 entradas, supone que “me lo he currado” casi un día sí y otro no; y a veces el de en medio también.


Ese sería el balance frío numérico. Pero mirando para atrás con otros ojos, tengo que reconocer que ha sido un año cargado de vivencias y no sólo virtuales. Al final de tanta historia cibernética resulta que somos reales, “de carne y hueso, nariz y pescuezo” como decíamos de pequeños. Las cosas afectan, los palos duelen y los hierros dejan marca; socavones formando las curvas del sube y baja que nos hacen cojear sin remedio.


De tal manera que cuando la barca vikinga de la feria está abajo, te planteas bajar para recuperar el equilibrio, para no sentir más el vértigo de las alturas con el estómago levantado pidiendo asiento, con los ojos vidriosos y el rostro helado, con el pelo enredado por el aire y la falda arrugada de agarrarla en un puño; porque no te quedan monedas con las que pagar otro viaje, ni quieres que te inviten ya.

Sólo apetece amarrar la barca en el noray del recuerdo y caminar por tierra firme; volviendo a ella nada más de feria en feria.




sábado, 25 de octubre de 2008

La risa contenida no debe ser saludable.

Lo he pasado “mal”, muy “mal”, realmente “mal”. Ha sido una de esas situaciones que te reirías a mandíbula batiente, pero por el lugar y el momento no puedes hacerlo.


Comienza el bautizo. Somos muy pocas personas allí reunidas, así que nos apiñamos en los primeros bancos de la iglesia. Aunque el cura quiere hacer uso del micrófono, porque es muy mayor y no puede hablar fuerte. A su lado está el sacristán, que por su singular parecido, debía ser el hermano secreto de Frankenstein; el monstruo, no el profesor.


Suena por megafonía música eclesiástica de fondo y el cura mira al sacristán, así que este, con toda diligencia y premura, se va para la sacristía a quitarla de inmediato.


Cuando vuelve ya en silencio, nada más abrir la boca el cura, estalla fuera un cohete por una romería cercana. Lo intenta de nuevo y otro cohete. El cura mira al sacristán, que asiente resignado sin posibilidad de solucionar este segundo inconveniente.


Termina la fanfarria de fuera y empieza a hablar por el micro, pero con tan mala suerte que se acopla con un pitido de lo más desagradable. Nueva miradita al sacristán, y nueva carrera de este a poner remedio en el equipo de la sacristía.


Por cuarta vez empieza la ceremonia y aunque habla, porque mueve los labios, no se escucha apenas. Otra carrera del hermano de Frankenstein y a su vuelta nueva intentona del cura por hacerse oír. NO HAY MANERA.

Se vuelve para el sacristán y milagrosamente se escucha perfectamente por los altavoces:

- “¿Se puede saber qué le pasa a esto?”.

Contestación de Frankenstein’s brother al tiempo que levanta los hombros y la voz, bastante mosqueado:

- “¡Y yo que zé! ¡Questá viejo y hay que comprá uno nuevo!!!”.


Sólo hubiera faltado un "como usted" despues de "viejo".



lunes, 20 de octubre de 2008

Mitad por mitad, para ser justos.


Porque Medio Ambiente, no es la mitad del ambiente, es lo mejor del medio.

Porque placer a medias no es placer, es quedarse a medias.

Porque medio oriente no es oriente medio, a no ser que hables en inglés.

Porque unas medias no es media, son dos, sino a media pierna.

Porque dos medios forman un entero, y empleando todos los medios se consiguen los plenos.

Porque si lo dejas todo por medio, luego no encuentras nada o te lo han robado.

Porque es puro instinto de supervivencia ver la botella medio llena.

Porque o se quiere o no se quiere, y no vale querer a medias.

Porque verdades a medias y mentiras a medias pueden ser piadosas, pero mezclar mitad verdad y mitad mentira es perverso.

Porque tirar por la calle de en medio es siempre valiente, y casi nunca de locos.

Porque: “Un limón medio limón a 40 limones es medio limón”.



Para saber más sobre este cantante recomiendo leer el post editado por Alberto.


sábado, 11 de octubre de 2008

No te eches canicas en un bolsillo con agujero.


Salir al patio del colegio no era gratuito. Jugar en el recreo tenía su precio. El mismo que marcaba el niño prepotente que aguardaba en la mejor esquina del patio; como los gatos.

Todos los demás se acercaban a él, y del modo más sumiso, hacían su aportación diaria de nuevas canicas. La contribución iba en directa relación a cómo te quisieras divertir y moverte por el recinto escolar. ¿Que querías sólo charlar un rato con tus amigos?... abonabas un par de canicas de un sólo color. ¿Que querías jugar y desahogarte?, pues entonces a mayor espacio utilizado, más gorda y con más colorines las canicas para el de la esquina.


Todo parecía funcionar bien, uno enriqueciéndose sin mover un dedo, y los otros pagando religiosamente su parcela de felicidad.

Pero el muy truhán, con su gran arsenal de canicas, solía ir a una plaza de un barrio lejano a jugar con ellas. Hasta que un día, el juego no fue tan bien como siempre y perdió todas las canicas de los niños del colegio; menos las suyas propias que seguían a salvo, claro está.


Al día siguiente, cuando llegó la hora del recreo, no podía estar más enfadado por haber perdido sus cuantiosas ganancias. Con gran pateleta, exigió ya no sólo que siguieran con el pago diario, sino que rebuscaran en sus ahorros y entre todos cubrieran las canicas perdidas en sus propios juegos.

Los demás niños no estaban de acuerdo. Hubo gritos de protesta y un principio de motín. Hasta que el jaleo hizo acudir al profesor de su rato de descanso. Después de ver lo que pasaba y escuchar explicaciones por ambos lados, sentenció la solución.


- A ver niños. No quiero problemas en el patio del colegio. Así que yo mismo os quitaré un par de canicas a cada uno, se las daré a este, y asunto resuelto. Y rapidito si no queréis quedaros sin recreo una buena temporada.

- ¡Pero eso es capitalizar las ganancias y socializar las pérdidas! ¡No es justo!- Gritó el gafitas empollón desde el fondo.

- ¡Tiene razón!- apoyaron los demás- si hace usted eso, al menos prométanos que algún día, cuando se recupere con sus juegos en aquella plaza, nos devolverá lo que era nuestro; y con los mismos intereses que a él le gusta tanto aplicar.

- Bueno, bueno... - dijo el profesor con falso tono conciliador- todo se andará. Pero de momento haré lo que os he dicho. Y vamos a terminar con esto, que se me enfría el café tengo echado.


sábado, 4 de octubre de 2008

Sonría por favor :-)

Teoría Ratoniana sobre el uso de las vocales en los distintos tipos de risas de modo onomatopéyico.


1.- Con la “a”: jajaja

La “a” es una vocal muy abierta, la que más. La intención es relajada y confiada, casi explosiva e inevitable. Es la más usada y además sin distinción de sexo. No quiere decir que el que la escribe esté necesariamente carcajeando delante de la pantalla, basta con que tenga esbozada una leve sonrisa, sin que su risa deje de ser sincera.

2.- Con la “e”: jejeje

Aquí la boca se cierra, estira y entreabre. Tiene su punto de socarrón y curiosamente la usan más los hombres que las mujeres. No es una risa hacia fuera, es más hacia dentro, y lleva frases implícitas del tipo: “no me digas cosas que ya sabía” o “si yo te contara…” parece astuta e inteligente, sin tener por qué serlo en realidad la persona que la emite.

3.- Con la “i”: jijiji

Esta risa conejil, aguda y chillona, aunque tenga poco volumen llega a rechinar; por suerte se usa poco. Es aceptable tan sólo en ataques de auténtica risa, cuando el aliento ya falla y sólo nos queda un “jiii” para retomar aire. Es tan insulsa que se suele compaginar con la “ja” para expresar risas vanas, como: “estuvimos todo el rato ji ji ja ja”.

4.- Con la “o”: jojojo

Gorda, oronda, grave y profunda como la vocal. Por escrito se suele poner a personajes de ficción en esa línea (gruesa), como Papá Noel o pongamos un ogro malo malísimo… o un rey borrachín tirado en su trono con la corona torcida todo el día.

5.- Con la "u": jujuju

Hasta hace poco no me he encontrado con una persona que usara esta risa, además también ayudado de la vocal “a”, quedando algo así como: juaaa.

Sin dudas es una manifestación cuanto menos original. He podido conocer en persona a quien la emite y observar asombrada el paseíllo con que la acompaña: al tiempo que suelta el “juaaa”, da cuatro zancadas alejándose, para inmediatamente volver al sitio de la reunión.


En definitiva, creo que cualquiera es buena en esta comunicación escrita con tantas carencias, siempre ayuda a la comprensión y por tanto no es nada despreciable su uso.


Por otro lado, no olvidemos que tenemos el invento del siglo, los emoticonos, con una mayor diversidad de expresiones. Con ellos podemos guiñar un ojo, poner cara triste, asombrada, sacar la lengua de forma burlona…

Todo lo que sea enriquecer la comunicación, bienvenido sea.


Esta entrada la dedico a quien gusta inyectar el bacilo de la lepra con efecto bloqueador, para que vea que encontré la vacuna, y se llama: “ja, ja y ja”.


miércoles, 1 de octubre de 2008

Los pinceles me llaman.

Hace meses que me susurran al oído, aunque me haya hecho la sorda.

Son ya algo más de dos años que no me mancho de óleo, y quizás sea eso, que necesite pringarme, oler, y hasta tocar metiendo dedos en un cuadro fresco.

He dibujado alguna cosa (como el logo del blog), pero por aquí, con la frialdad y asepsia que tiene la pantalla. Nada que ver. Nunca lo será.

En el fondo sé el por qué de este largo alejamiento, ha sido eso mismo: toqué fondo. Yo misma me encorseté, me saturé de perfeccionismo, de hiperrealismo… cuando en realidad hoy día no tiene sentido horas y horas de meticulosidad, con pinceles de tres pelitos, para conseguir algo cercano al clic de una cámara fotográfica.


Lo último que pinté fueron “Veladuras” como esta:


La antigua técnica renacentista a base de muy finas capas de pinturas, superpuestas unas encima de otras hasta conseguir esas transparencias tan características. Una locura, el colmo de la paciencia podríamos decir.

Quiero volver a pintar, pero de forma muy distinta a cómo lo hacía. Quisiera liberarme de ataduras técnicas, de pasos a seguir, de corrección en la ejecución… Ahora quiero emplastar colores, distorsionarlos, mezclarlos y compaginarlos como dicte mi corazón, sin importarme los cánones establecidos. No sé si seré capaz, pero me apetece intentarlo.

Muchas cosas me gustan y quisiera hacer; demasiadas.

Cuando yo digo que una sola vida no da para nada…