sábado, 9 de febrero de 2008

Alumbramiento.

Caty intentaba por todos los medios disimular las fuertes contracciones que estaba teniendo. Sabía que Loren, su marido, lo podía pasar mal viéndola sufrir; y ella pensaba que pasándolo mal uno de los dos, ya era suficiente. Pero su carita, más blanca que nunca, esbozaba una sonrisa forzada, mientras sus negros ojos compungidos lo decían todo.

Esa noche se vio venir el gran momento, hacía tiempo que estaba tan redonda, tan brillante y llena... Hasta un par de nubes que se habían atrevido a pasar por delante de ella, se habían quedado deslumbradas, convirtiéndose en hojas de plata transparentes.

Todos esperaban al recién nacido entre nervios y emoción contenida. Mamá Tierra la primera, no era para menos, después de toda una eternidad esperando ser abuela. También habían venido al acontecimiento algunas primas, estrellas más o menos lejanas: Alioth de Ursa Major, Polaris de Ursa Minor, y ¿cómo no?, Pollux de Gemini, enviada por Esperanza.

Ya faltaba poco. Caty yacía en un inmenso lecho de cielo, de tenue azul violáceo. Con su piel desnuda, frente a su amante Loren, recibía sus besos de luz en la distancia, sin tocarse pero sintiéndose. Como aquella noche de hace ahora nueve meses, en que se amaron hasta el amanecer, mientras La Tierra dormía.

¡Quién fuera Sol! ¿Quién quiere ser Luna?

Dedicado a la que estoy segura que es la mejor ayuda en los paritorios de Virgen del Rocío, y más segura aún que es mi mejor amiga: Esperanza. Gracias por estar siempre ahí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no tengo palabras

El Ratón Tintero. dijo...

No las necesitas :-)