EL LEÑADOR TENAZ
El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un sólo día cortó dieciocho árboles.-Te felicito- le dijo el capataz. El leñador se decidió a mejorar su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó bien temprano. A la mañana siguiente, se levantó antes que nadie y se fue al bosque.
A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más de quince árboles. “Debo estar cansado” pensó, y decidió acostarse con la puesta de sol. Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad.
Al día siguiente fueron siete, luego cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol. Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento.
El capataz simplemente le preguntó: “¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?”
- “¿Afilar? No he tenido tiempo para afilar: he estado demasiado ocupado talando árboles”.
Hoy traigo este cuento de Jorge Bucay -el llamado “gurú de las mentes”- de su libro “Déjame que te cuente”. Libro que sin dudas recomiendo para saborearlo cuento a cuento.
Pertinaz leñador éste, como muchos de nosotros. Cuando a veces es mejor parar un poco y “afilar”, recapacitar en definitiva. Se consiguen así mejores resultados en el futuro, sin olvidar nunca que no sólo con el empeño desmedido se llega al éxito.
3 comentarios:
genial,lo habia leido y olvidado .¿que bueno recordar?
e: sé que te encantan los cuentos, y estos de Bucay desde luego que son los mejores para pensar... y para recordar.
Todos alguna vez hemos sido leñadores... La vida te da oportunidades que no sabemos aprovechar para mirar hacia atrás y recomponernos. Es bueno pararse y echar un vistazo a lo que nos importa para definirnos y corregir nuestro proyecto de vida.
No hay que pensar tanto en lo que no tenemos y disfrutar lo que ya poseemos. Nos olvidamos de lo que nos rodea que es en definitiva lo que más nos debería importar. ¡Gracias ratona!
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